Por German Perez
A poco menos de un año de las elecciones generales del 2024 (mayo), el Partido Revolucionario Moderno (PRM) tiene asegurado su permanencia en el poder por otros 4 años, hasta el 2028, pero indefectiblemente si su boleta electoral la encabeza su mejor activo, su figura cimera, el presidente Luis Abinader. Punto.
Pero si ocurriese lo contario, para desdicha de las grandes mayorías del país, Abinader rechazase repostularse, el partido de gobierno no podrá mantener el poder político más allá de agosto de 2024, por razones de simple dialéctica, de coyunturas apremiantes, de sentido común y de espacio y tiempo. Eso debe tenerlo bien presente el prístino mandatorio dominicano al momento de tomar su decisión al respecto.
Por tanto, el presidente sabe muy bien que, amén de cualquier designio divino, no tiene otra opción diferente a su postulación por otros 4 años, en mayo del 2024, porque no está impedido constitucionalmente y porque tiene a su favor los números para triunfar fácil y en primera vuelta. Ello, aquilatado en su portentosa obra de gobierno en provecho de la colectividad dominicana.
Esa trascendente obra gubernativa realizada por el presidente Abinader, en el trayecto de estos casi 3 años, constituye su pasaporte privilegiado para continuar dirigiendo los destinos nacionales por otros 4 años.
Luis Abinader.
Lo demás, disidencias internas y externas, no son más que escaramuzas banales egoístas, unas, y otras desproporcionadas. Con una valoración positiva cercana al 70% y una intención de voto a favor del 50% en estos momentos, sin crisis financiera angustiante, sin escasez alimentaria, con significativa estabilidad económica, de precios, altísimo crecimiento del turismo, las zonas francas, de su parque energético y la paz social y política. Abinader no tiene otro camino que seguir al frente del Estado.
Inequívocamente, pienso yo que el presidente Luis Abinader no abandonará el barco estatal a la deriva, consciente como él está, que a la redonda el país espera y exige su repostulación en mayo del 2024, para tranquilidad y bienestar de todos. Lo otro no cabe en la mesa del ajedrez político nacional.
El presidente de la República sabe muy bien que dejar en libertad al PRM para llevar otro candidato presidencial, sería provocar una gran anemia proselitista dentro de la dirigencia y militancia del partido oficialista que, a la postre, lo reduciría enormemente, muy por debajo del 40%, facilitándole así el triunfo electoral a un opositor que persigue ser el presidente hasta los 90 años de edad, emulando, sin méritos, al prominente líder reformista, fallecido hace 21 años, el doctor Joaquín Balaguer. ¡Ah, y cuando él ya no pueda buscar la Presidencia del país, empujará a su hijo, “heredero al trono”?
En definitiva, otro candidato presidencial por el PRM sentaría en las gradas observativas o el desánimo a una buena parte de su militancia, y otra parte emigraría al litoral más auspicioso electoralmente hablando, en primera vuelta, como ocurrió en 1990 1924 y en 2004. Eso lo sabe Abinader mejor que yo.
Por consiguiente, presidente Abinader, haga ese esperado y necesario anuncio cuanto antes, libérenos del stress y la incertidumbre, a sabiendas de que los liderazgos sólidos y positivos, como el suyo, no pueden sustraerse de su responsabilidad y compromiso con la Patria de todos.
El país lo necesita ahí donde está, y yo abrazo su causa a todo pulmón. No hay vuelta atrás.
