Agamise Cheranfant pasa sus días con miedo, escondido apenas termina su trabajo en los platanales de República Dominicana. Es haitiano, sin papeles y la deportación le respira en la nuca.Ese miedo se extiende a los dueños de las productoras de banano, un sector ya golpeado que depende mucho de la mano de obra haitiana.
Lo mismo pasa en otros cultivos o en sectores como el turismo y la construcción, cuyos obreros también son en su mayoría de Haití. Son trabajos pesados, de largas jornadas bajo un sol inclemente.

Un empleado trabaja en una plantación bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)En las siembras de plátano en Mao (noroeste) la mayoría de los trabajadores son haitianos, pocos dominicanos quieren hacerlo.
«Está muy barato», dice Cheranfant, de 33 años, en un español precario en referencia a la baja remuneración: 800 pesos diarios, menos de 14 dólares.
«Siempre estamos asustados, siempre estamos escondidos», añade. «Casi todos los días salimos huyendo por la mañana, de noche, tres de la mañana, una de la mañana (…). Estás durmiendo asustado; comiendo, asustado. No podemos vivir tranquilos».
Cheranfant ya fue deportado unas tres o cuatro veces, no recuerda bien. Siempre volvía: su esposa y tres hijos viven en un pueblo cercano a la plantación.
Empleados toman un descanso en una finca bananera en Mao, provincia de Valverde, República Dominicana, el 20 de junio de 2025. El temor de los trabajadores haitianos, indocumentados y cuya deportación siempre es una posibilidad, se extiende a los dueños de las empresas productoras de banano, quienes dependen de esta mano de obra para sus cosechas. Lo mismo ocurre en otros cultivos o sectores, como el turismo y la construcción, cuyos trabajadores también son mayoritariamente haitianos. (Photo by Eddy Vittini / AFP)
– Operativos «desordenados» –
República Dominicana y Haití mantienen una relación sazonada con rencor y desconfianza. El presidente dominicano, Luis Abinader, aguantó la política sobre la migración proveniente del país vecino, azotado por la pobreza y por la violencia de las pandillas, que ha obligado a millas de ciudadanos a desplazarse.
Abinader ordenó levantar un muro en la frontera y multiplicó las redadas y deportaciones de indocumentados. En el primer semestre de 2025, más de 200.000 haitianos fueron devueltos a su país.
La asociación de constructores (Acoprovi) dice a la AFP que estos «operativos de repatriación desordenados» generanon una «reducción de la disponibilidad de mano de obra» en tareas que «no son de interés de los dominicanos».
En algunas zonas, la oferta laboral cayó entre 40% y 80%.