Economía resiliente, turismo pujante y futuro promisorio
Por: Wilfrido Muñoz Cruz
En los últimos años, la República Dominicana ha demostrado que posee una mezcla vigorosa de recursos naturales, juventud demográfica y políticas públicas proactivas que le permiten reposicionarse como protagonista del Caribe. Con un crecimiento del Producto Interno Bruto que oscila entre el 4 % y el 5 % anual en los últimos periodos, impulsado por un consumo robusto, inversiones tanto nacionales como extranjeras y reformas estructurales focalizadas en los sectores eléctrico, del agua y del empleo; incluso después del golpe inicial de la pandemia, el país ha capitalizado el turismo, las remesas y la inversión como ejes que sostienen su recuperación y proyección futura. Sectores como la construcción, el comercio y la manufactura están jugando un rol esencial para diversificar la economía, mientras que la industria de servicios —sobre todo hotelería, gastronomía y transporte— continúa siendo uno de los motores principales.
República Dominicana ha emergido como uno de los países con mayor dinamismo económico en América Latina y el Caribe. Según el Banco Mundial, su crecimiento promedio ha triplicado el del resto de la región, sacando a cerca de 3 millones de personas de la pobreza. El país ha sido testigo de una transformación profunda: la clase media ya supera en número a la población en condición de pobreza, y ha mejorado significativamente el acceso a servicios básicos, educación, salud y vivienda.
El turismo —una de las apuestas clave dominicanas— ha alcanzado cifras históricas: más de 10 millones de visitantes internacionales en 2023, lo que ubica al país como uno de los destinos más visitados del Caribe. Ese flujo turístico no solo genera divisas, sino también empleo directo e indirecto, mejora en infraestructura, valorización territorial, y eficacia en los servicios públicos. Además, las remesas, enviadas mayoritariamente desde Estados Unidos y España, representan un colchón económico para muchas familias, parte importante del consumo doméstico y la estabilidad social.
Migración y desafíos sociales se entrelazan con estas dinámicas de crecimiento. Aunque recibe migrantes —especialmente haitianos— y enfrenta retos de integración social, el país también impulsa iniciativas para mejorar toda su infraestructura. Además, la demografía favorece un horizonte positivo: una población mayoritariamente joven, con capacidad de innovación y creatividad, puede servir como factor multiplicador si se acompaña de políticas que incentiven la formación, la inserción laboral formal y la equidad regional.
Para sostener este ritmo de crecimiento y hacerlo más equitativo, República Dominicana apuesta por reformas ambiciosas. Actualmente desarrolla un paquete integral de mejoras al sistema eléctrico, municipales de agua y saneamiento, políticas laborales y eficiencia gubernamental. El objetivo es fortalecer la productividad, aumentar la competitividad y reducir pérdidas institucionales que históricamente han lastrado el progreso.
Propuestas para afianzar el desarrollo
- Fortalecimiento de la infraestructura sostenible: mejorar carreteras, aeropuertos, conectividad digital y transporte público en zonas turísticas y rurales para que el crecimiento llegue a todos los rincones.
- Diversificar la matriz productiva con valor agregado, incentivando sectores como agroindustria de valor agregado, manufactura exportable, la economía digital y las energías renovables, para reducir dependencia del turismo y de la exportación de recursos tradicionales.
- Invertir en capital humano mediante educación técnica, vocacional y digital, fortaleciendo especialmente los sectores vinculados al turismo sostenible, tecnologías verdes e innovación. Ciudades como Santo Domingo, Punta Cana y regiones costeras requieren más profesionales formados en gestión del turismo, idiomas, servicios y hospitalidad.
- Políticas migratorias de inclusión: establecer programas que permitan la integración de migrantes, respetando derechos humanos, generando oportunidades de empleo, aprendizaje del idioma y fortaleciendo la convivencia cultural.
- Gestión ambiental y cambio climático: el turismo sostenible, conservación de los ecosistemas costeros y montañosos, y la adaptación ante fenómenos como el sargazo, tormentas o subida del nivel del mar deben integrarse en el diseño de políticas públicas.
Estas reformas, junto al compromiso institucional de mejorar la transparencia, la eficiencia en el gasto público y fortalecer el capital humano, permiten mirar el futuro con esperanza. La República Dominicana posee todos los elementos para seguir siendo un caso ejemplar en América Latina: tiene paisaje, turismo, juventud, capital humano, remesas estables y capacidad de reinventarse. Con liderazgo institucional, políticas coherentes y el compromiso de la sociedad civil, el país puede transformar los retos en oportunidades. Como afirma el economista Amartya Sen, “el desarrollo humano se construye al expandir las libertades reales de las personas, no solo al aumentar los ingresos”. Que el empuje dominicano no sea solamente económico, sino también social, humano y sostenible para dar continuidad y ejemplo a la comunidad hispana en Estados Unidos y América Latina. Que se constituya en un faro de esperanza y de progreso que demuestra que cuando se apuesta por las personas, los resultados se multiplican.