¿Quién fue realmente Agustina Rivas? Más que un mito, una vida de coraje tallada en fuego y pólvora.
Por Andrés Julio Rivera Bazil
Cuando las bombas caían y las mentiras tejían héroes de cartón, Tina Bazuka no necesitaba posar: ella estaba en el frente, peleando.
Así podríamos resumir la historia de Agustina Rivas, más conocida como Tina Bazuka, combatiente popular de la Revolución de Abril de 1965, cuya verdadera vida, durante mucho tiempo, quedó oscurecida tras una famosa fotografía que —hoy sabemos— ni siquiera era suya.
La imagen de una joven posando con un fusil, ampliamente atribuida a Tina, en realidad corresponde a Julia Cabral, quien no participó en los combates.
La auténtica Tina Bazuka no estaba para sesiones de fotos: estaba en las trincheras, en los callejones, en los patios de Villa Consuelo, de La Fuente, de Borojol.
Su historia es un canto duro y luminoso al valor popular que merece ser contado con la dignidad que nunca pidió, pero que honró con su vida.
La leyenda nacida en las calles de fuego
Tina Bazuka tenía 24 años cuando estalló la revolución.
Joven, delgada, morena como el cacao dominicano, con rostro de media luna y energía de vendaval.
Desde el 24 de abril, fue vista preparando bombas molotov en los callejones de Monomojao, en Villa Consuelo.
En los combates del Puente Duarte, del 26 y 27 de abril, su nombre empezó a recorrer boca a boca:
Una muchacha ligera, con botas militares, pistola .45 en el cinto, fusil M-16 en el hombro y, luego, dos bazucas montadas en un jeep capturado a soldados estadounidenses.
Allí, en la primera línea del fragor, nació su apodo inolvidable:
«¡Ahí viene Tina Bazuka!»
No fue una creación publicitaria. Fue el eco genuino del respeto que sembró entre sus compañeros de combate.
El alma de los barrios combatientes
Tina fue una combatiente feroz en las zonas más pobres y valientes de la capital:
Villa Consuelo, Villa Francisca, Borojol, Guachupita, San Carlos, Santa Bárbara, San Miguel.
Durante la Operación Limpieza, soportó bombardeos, metrallas, persecuciones.
No se escondió. No desertó.
Se entrenó con los Hombres Ranas, disparó, atacó tanques enemigos, defendió las calles, curó heridas, alimentó combatientes.
Su lema era sencillo, brutal y hermoso:
«¡De aquí pal cielo!»
No tenía miedo. No entregaba su fusil a nadie.
Sabía, como dijo un día:
«El que floja su arma, floja su vida.»
La Tina que no salió en las portadas
La historia oral recoge testimonios vívidos:
Combatientes como Bienvenido Carol Caraballo, Agustín Rodríguez (Pachín), Darío Olivo, Juan Antonio Perdomo (Papason) y Ángel Bienvenido Guerrero (Cuchiro), dan cuenta de su valor en los combates más crueles.
Mujeres como Sagrada Bujosa, en el libro Mujeres de Abril de Margarita Cordero, narran cómo Tina, llena de cicatrices, fue la única verdadera combatiente de frente entre las muchas instruidas.
Amigos como Eduardo Johnson y Rafael Arias Fajardo (Rafaelito Joa), la recuerdan como una hermana de armas y vida, franca, explosiva, solidaria, irreductible.
No era una figura de salón.
Era la personificación viviente de un pueblo que no aceptaba cadenas, aunque el precio fuera la sangre o el olvido.
Después del fragor: la vida de la verdadera Tina
Tras la Revolución, Tina siguió fiel a sí misma:
Trabajó en sindicatos.
Fue portera de cines.
Migró a Estados Unidos y regresó.
Nunca dejó su uniforme verde olivo: su verdadera segunda piel.
Murió de muerte natural en 1998, lejos de las luces, pero jamás de la historia verdadera que ella ayudó a escribir a fuerza de coraje y dignidad.
Ma qué un nombre una herencia.
La historia de Tina Bazuka desmonta mitos y nos enseña algo mucho más valioso:
Que los verdaderos héroes no son los que se inmortalizan en una foto casual, sino aquellos que, anónimos, ensangrentados, con hambre y miedo, eligieron luchar cuando era más fácil callar.
Ella representa a las mujeres de los barrios, a los combatientes sin diplomas, a los soldados de la dignidad, a los hijos del pueblo que hicieron posible soñar con un país mejor.
Tina Bazuka no necesita que la imaginen: su vida ya fue más grande que cualquier imagen.
Fuentes y referencias :
Medrano, Tirso. Relatos de los Participantes en la Revolución de 1965.
Cordero, Margarita. Mujeres de Abril, Archivo General de la Nación.
Entrevistas recogidas en el proyecto Historia Oral del Archivo General de la Nación.
Testimonios directos de combatientes: Genaro Brito Bloise, Darío Olivo, Agustín Rodríguez, Eduardo Johnson, Ángel Guerrero, entre otros.